Azua, Valeverde y Montecristi son pequeñas regiones de República Dominicana, donde los índices de pobreza e indigencia llegan hasta el 39% de la población. Una situación que se hace más duras en las zonas rurales de las poblaciones.

Además, algunas de estas regiones que se encuentran cerca de zonas fronterizas con Haití, sirven de hogar para muchos haitianos que han abandonado su país por temas de seguridad y pobreza. Estas poblaciones y los haitianos, han sido olvidados por la sociedad. En muchas ocasiones no pueden acceder a las formaciones que necesitan; las microfinancieras no les ofrecen microcréditos por considerarlos clientes de alto riesgo y no pueden vender sus cosechas a precios justos.

Esto provoca que su principal actividad de trabajo, la venta y producción de banano, no les permita mejorar sus condiciones de vida. Se encuentran en un círculo de pobreza, que pasa de generación en generación.

Nuestro compromiso con los agricultores más vulnerables

Nuestro equipo en terreno, trabaja junto a las cooperativas bananeras en República Dominicana. Estas cooperativas agrupan a los agricultores más vulnerables, con el objetivo de poder ser más fuertes a la hora de vender sus productos y negociar condiciones.

Lo primero, creímos que debíamos ayudarles a mejorar su competitividad. A través de formación y asesoramiento para poder aplicar políticas y procedimientos en áreas administrativas y financieras de las cooperativas.

Junto a ellos, también vimos que lo importante es que sus bananos pudieran venderse en mercados internacionales de comercio justo y orgánico, donde sus cosechas serán mejor valoradas y los precios son más justos para el productor. Para ello les ayudamos a obtener la calidad y a que cumplieran las condiciones necesarias de producción. Algunos de ellos  ya están obteniendo certificados como Global Gap, que está dirigido al área de sanidad e inocuidad agroalimentaria. Fundamentales para la comercialización internacional de sus cosechas.

Paso a paso sus ingresos están aumentando. 1800 pequeños agricultores de 26 organizaciones están viendo cómo pueden invertir este dinero en sus hogares, la alimentación de sus familias e incluso en mejorar sus pequeñas cosechas.

Además, algunas de estas cooperativas están asumiendo un papel importante en sus comunidades, implicándose en resolver problemas sociales a los que se enfrentan: ofrecen trabajo a los más vulnerables y ayudan a sus familias. Se están convirtiendo en cooperativas que luchan contra la pobreza en República Dominicana.